La moda entiende de geografía, ya desde los inicios de la moda masculina como la entendemos hoy vivía la rivalidad entre la sastrería italiana y la británica, y nos lleva a las calles de Nápoles y Londres en el siglo XVIII. Iniciamos este recorrido en una de las capitales mundiales de la moda masculina: Milán.
Es sin duda la capital de la moda italiana, sus desfiles de prèt- à- porter convocan a toda la prensa masculina mundial, aunque tienen en la feria de Pitti su gran escaparate industrial, es en Milán donde vemos desfilar a Armani, en su espacio diseñado por Tadao Ando, mismo arquitecto de Casa Wabi en México. Mientras Dolce & Gabbana tiene su teatro para los desfiles y Prada tiene escenario y museo que une su universo de diseño de ropa y arte.
Milán es sin duda una capital de la moda mundial. En el centro de la ciudad está el “Cuadrilátero de oro de la moda”, sastrerías, tienda de moda, joyerías, boutiques de diseño, decoración y talleres de las grandes firmas de moda. Debe su nombre a la unión de cuatro calles – Vía Monte Napoleone, Vía Alessandro Manzoni, Vía della Spiga y Corso Venecia. Un escenario único, de elegantes escaparates donde acuden a comprar tanto los italianos como el viajero internacional.
Durante la semana de la moda, es todo un espectáculo con editores de moda de todo el mundo recorriendo sus calles. Diseño y moda han hecho de Milán una ciudad universal, y se respira en cada esquina. Museos, la Scala de Milan, el Duomo, obras como La última cena terminan de convertirla en una de las grandes urbes culturales del planeta.
A pocos metros se encuentran algunas de las mejores tiendas del mundo, Armani, Versace, Alberta Ferretti, Dolce & Gabbana, Prada, Fendi, Louise Vuitton, Chanel, Bottega Veneta, Gucci, Bvlgari, Cartier, Valentino o Gianfranco Ferré. No solo firmas italianas, Tom Ford también estrenó su tienda en Milán y Calvin Klein creció como marca mostrando sus colecciones en Milán.
Via Monte Napoleone es considerada una de las calles más caras y prestigiosas del mundo, equiparable a la Quinta Avenida de Nueva York y a la Avenida de los Campos Elíseos de París. El origen del nombre data del 1804, en tiempos de la dominación napoleónica.
En aquella época ya Milán estaba llena de extranjeros que llegaban a la ciudad por negocios o por placer. En los años 50 y 60 con la llegada de marcas como Gucci, Milán ya destaca como capital de la moda. Junto a Monte Napoleone viale Manzoni, y calles emblemáticas como vía Gesú, donde está la casa de Versace, escenario palaciego de grandes fiestas y desfiles. Junto a la catedral está otra leyenda del shopping milanés, Corso Vittorio Emanuel,tiendas y restaurantes en espacio cubierto y acogedor perfecto para los días fríos o lluviosos.
Con estilo británico Pero llueva o truene, Savile Row sigue siendo la calle de la elegancia, el epicentro de la sastrería inglesa, que viste desde James Bond a monarcas europeos, los más elegantes del mundo, empezando por la Casa Real Británica o Churchill, encontraron aquí un hogar del buen gusto, la medida perfecta y la tela excelente.
Huntsman, Gieves & Hawkes, Hardy Amies son algunos de los nombres legendarios que ocupan la calle. Ante la llegada de marcas industriales de moda se creó el club Savile Row Bespoke, para defender la identidad de los sastres, su prestigio y su labor artesana.
También se preocupan de la formación de jóvenes sastres. Además de trajes , en este espacio de la moda sublime conviven camiserías a medida, como Doltis o calzado también de alta costura. La calle se ha quedado como una bandera de la elegancia británica y hasta el gobierno quiere proteger este tesoro del buen gusto.
Dege & Skinner presume de ser un establecimiento que nació en el 1865 y su sastrería y camisería a medida sigue siendo de las mejores de Savile Row. La firma Welsh & Jefferies presume de ofrecer algunos de los mejores trajes de ceremonia del mundo y la Casa Real Británica lo sabe, con sus trajes militares. Un siglo de prestigio les contempla.
Entre los sastres que más han revolucionado la calle con sus creaciones es Ozwald Boateng, con un gusto exquisito que supo unir la sastrería contemporánea y de moda, con la mejor factura del bespoke británico.
Nuevos tejidos, alianzas con marcas deportivas, tecnología de vanguardia, forman parte de la evolución de estos establecimientos que ofrecen sus ventas y servicios también por vía digital. Otro ejemplo de excelente sastrería que ha servido hasta de escenario de películas es Huntsman. Entre sus clientes Eduardo VII, Winston Churchill, Ronald Reagan, The Rolling Stones o The Beatles.
El poder seductor de estas empresas con más de un siglo de existencia ha atraído a los fondos de inversión a chinos e internacionales, y muchos han adquirido algunas de las firmas más emblemáticas de la calle.
Por dentro parecen auténticos museos de sastrería donde se unen fotos de la familia real, con piezas de casa, recortes, herramientas, las medias de estrellas como David Bowie, viejos trajes victorianos, patrones de celebridades y una atmósfera única donde la elegancia empieza desde el trato que se recibe al entrar.
Desde el siglo XIX Savile Row ha sido una escuela de sastrería para el mundo y todavía hoy sus hechuras, sus medidas y diseños sirven de inspiración a creadores como Ralph Lauren, Tom Ford o la firma Hackett.
La Quinta Avenida y Madison Frente a la sofisticada sastrería, protocolaria y bien armada de Londres en los Estados Unidos, se propuso una moda práctica como las que propone Brooks Brothers. Pero sin duda, Nueva York ha sido el escaparate de la modernidad durante más de un siglo, y sus calles lo reflejan.
Si hablamos de lujo, de moda, de tendencia y de moda contemporánea hay que ir a inspirarse a Manhattan. Y en concreto entre la Quinta Avenida y Madison se encuentran las grandes firmas del mundo, escenario del glamour en novelas como Desayuno en Tiffany´s, hoy sus escaparates son sinónimos de vanguardia, como el de Louis Vuitton con su robot de Yayoi Kusama.
Armani, Calvin Klein, Tom Ford, Prada, Cartier, Harry Winston y Prada son algunas de las firmas que nos esperan no muy lejos de Central Park. Hay tiene también sus oficinas centrales el imperio de Ralph Lauren.
Como emblema de tienda departamental de lujo está Barneys, que acoje a grandes firmas y diseñadores de lujo. En total más de 150 tiendas de lujo llenan estás calles capital mundial del shopping. Podemos pasear y disfrutar de las últimas prendas de Alexander McQueen. Aquí tiene Bottega Veneta en el 740 de Madison, su tienda emblemática en un edificio del siglo XIX, algo que es una joya en Manhattan.
Con granito y lava vemos el escaparate de Celine. No es moda, pero es glamour, el universo de las velas y los aromas de Dipty que también se asoman por Madison con sus elegantes perfumes. También francesa, fiel a la cita de lo más exclusivo, Hermès tiene su espacio en Madison que se inauguró con una fiesta que todavía se recuerda.
Lanvin, Dolce &Gabbana, Missoni añaden estilo a la calle, y la moda masculina tiene presencia de honor con la tienda de Tom Ford, que es un ejemplo de diseño y pasión por el buen vestir, muy cerca la visión masculina de Ralph Lauren. Si nos cansamos de tanta ropa podemos pasar a los libros sin cambiar de calle en la Biblioteca Pierpoont Morgan. La famosa Fith Avenue, muy cerca, fue en su día emblema del lujo sin que ninguna calle en el mundo le hiciera sombra.
Un reinado que duró cien años con establecimientos que hablan de su pasado glorioso como Tiffany & Co. O Bergdorf Goodman y de su presente más contemporáneo como Uniqlo, Zara o Victoria Secret. Marcas legendarias como Armani, Gucci o Salvatore Ferragamo eligieron este rincón de Manhattan.
Aquí está la tienda más grande del mundo de Valentino con un espacio muy atractivo para la moda masculina. Con espacio de ropa a medida, incluido pantalones de mezclilla. Nike tiene aquí su templo donde la propia tienda es un show y no faltan productos exclusivos como los de LeBron y la oportunidad de practicar basketball dentro de la tienda.
Rue St. Honoré Dos kilómetros de estilo que recorren parte del distrito 1 y 8 de París. Para algunos los Campos Elíseos son el corazón del lujo de París, pero el encanto de esta calle que vio crecer a Coco Chanel o consagrarse a Paul Smith mientras los más elegantes viajeros del mundo compraban su equipaje en Goyard. A pocos metros en la Place Vendòme y la Place de la Madeleine.
Los modernos del mundo, incluido Karl Lagerfeld tenían en Colette su tienda favorita, y aquí Hermès recibe en la terraza de su tienda con té y mermelada que hacen con los frutos de pequeño jardín en terraza de su boutique.
La calle debe su nombre a la iglesia de St. Honoré y tiene historia que empieza en el siglo XV, testigo de toda la vida parisina, revoluciones, imperios, revueltas, reinados, guerras o La Belle Époque. Aquí empezó la revolución de los pequeños hoteles de gran lujo, con el Hotel Costes, una manera sofisticada de hospitalidad que se extendió por el mundo.
Yuniet Blanco Salas