La mayoría de los viajeros que se dirigen a México van a una sola zona: Cancún y Quintana Roo. Y aunque hay mucho que ver ahí, queremos tentarte a que te alejes de los muy trillados caminos y conozcas un México que muchos menos visitantes ven. Hablamos de pueblos fantasma, rutas del vino, islas míticas, rápidos de aguas bravas e incluso esquí.
Como demuestra esta lista, México está lleno de sorpresas y aventuras. Prepárate para añadir nuevas paradas a tu próximo viaje.
1. Desciende por cascadas a las afueras de Guadalajara
Jalisco está rodeado de impresionantes cañones llenos de senderos, cascadas y pozas para nadar, y gran parte de esa aventura se concentra en los alrededores de San Cristóbal de la Barranca. Este cañón alberga montones de cascadas y pozas para nadar.
Con operadores de excursiones de aventura como Descender, podrá descender por cascadas de más de 20 metros, nadar en pozas de aguas turquesas, caminar sobre grandes rocas y descender en rappel por acantilados. Una vez que haya conseguido su dosis, descanse y recupérese en el hotel Defranca Alojamiento Boutique y sumérjase en su bañera de hidromasaje situada al borde del cañón.
2. Beber vinos en Baja California Sur
Puede que el vino no sea lo primero que le venga a la mente cuando se imagina tomar algo en México. Pero no hay que perderse sus bodegas, y los amantes del vino más entendidos están empezando a acudir en masa al Valle de Guadalupe, en Baja California Sur, para experimentar La Ruta del Vino.
Desde Ensenada, puede recorrer la ruta en coche, parando en impresionantes bodegas con salas de degustación al aire libre. También puede tomar el camino menos transitado, la Antigua Ruta del Vino, que pasa al sur de Ensenada por el Valle de Santo Tomás, el Valle de la Grulla y el Valle de Vicente. Evitará las multitudes y, de paso, apoyará a bodegas familiares.
3. Rafting en las aguas bravas de Veracruz
Con 40 ríos diferentes, esta zona es un gran atractivo para los amantes del rafting y el kayak. Aunque la mayoría explora los cinco tramos del Río Antigua con sus olas moderadas (por debajo de la clase IV), no hay que pasar por alto el Río Pescados, que ofrece rápidos intermedios que pueden volverse más rápidos e intensos durante la temporada de lluvias.
En cuanto a las familias y los principiantes, nuestra elección es el Río Actopan por sus aguas más suaves. Hay muchos operadores turísticos en Veracruz que pueden llevarle a practicar rafting durante todo el año, pero octubre es la mejor época para disfrutar de enormes olas de aguas bravas.
4. Sé testigo del vuelo de las «almas de los muertos» a la Isla de Janitzio
Ningún lugar celebra el Día de los Muertos como la Isla de Janitzio. Flotando en medio del lago de Pátzcuaro, la isla está coronada por una estatua de 40 metros de altura del héroe de la independencia mexicana, José María Morelos, con el puño en alto. Una leyenda indígena purépecha habla de espíritus submarinos que nadan alrededor de la isla, y otra cuenta que la isla atrae a las almas de los muertos como si fueran mariposas monarca.
Son estas leyendas las que añaden asombro a las celebraciones anuales del Día de los Muertos. Y asegúrese de conseguir un asiento en primera fila para el Desfile de Barcos con Velas a Medianoche, cuando los pescadores locales iluminan con velas sus barcos y sus redes en forma de mariposa.
5. Explorar las ruinas mayas del Yacimiento Arqueológico de Yaxchilán
Imagínese subirse a una barca, viajar por el río Usumacinta, repleto de cocodrilos, y atravesar la selva hasta llegar a edificios de piedra con pasadizos laberínticos, altísimas escaleras, epígrafes tallados y altares.
Parece una escena de una película de Indiana Jones, ¿verdad? Pero este escenario es el increíblemente majestuoso yacimiento arqueológico de Yaxchilán. Situada en el sureño estado de Chiapas, esta ciudad maya prosperó entre los años 500 y 700 d.C.. Y aunque es un poco difícil llegar a ella, merece la pena por la experiencia que supone.
6. Sumérjase en las cascadas calcificadas de Hierve el Agua
Desde lejos, Hierve el Agua parece una cascada, pero de cerca, estas cataratas están congeladas en el tiempo. Esta maravilla geológica es una cascada petrificada, una de las dos que existen en el mundo. El agua del manantial, rica en minerales, corría antaño por la pared del acantilado, pero con el tiempo se calcificó y creó un asombroso monumento.
Sin embargo, no todo está escrito en piedra. Hierve el Agua tiene pozas de agua con una temperatura media de 75 grados, así que tráigase el bañador para sumergirse en un oasis a sólo hora y media de la ciudad de Oaxaca.
7. Contempla las pinturas rupestres más antiguas de Norteamérica cerca de Mulegé
Pintadas hace 7.500 años en la Sierra de Guadalupe, las pinturas rupestres de San Borjitas son las más antiguas de Norteamérica. Y no tendrá que forzar la imaginación para imaginárselas tal y como eran, porque el gran voladizo sombreado de la cueva ha mantenido los colores bastante vivos.
En las pictografías aparecen personas de todas las edades, chamanes, ranas, coyotes, humanos atravesados por flechas y mujeres amamantando a sus bebés, comunicando la vida tal y como era entre estas montañas. Tenga cuidado: Llegar hasta aquí requiere un accidentado viaje en coche desde Mulegé y luego una caminata de tres cuartos de milla para llegar a la cueva, pero podrá experimentar algo que ningún libro de historia podría hacer justicia.
8. Esquí todo el año en Bosques de Monterreal
En México se practica el surf y el submarinismo, pero también se puede esquiar todo el año. A dos horas al sur de Monterrey se encuentra Bosques de Monterreal, una estación que ofrece esquí y snowboard durante todo el año. Y no todo es nieve falsa.
En invierno, la zona se empolva y ofrece un trozo de paraíso alpino en sus 3.000 hectáreas llenas de cabañas y bosques de hoja perenne. Además de sus pistas artificiales, el hotel de cinco estrellas Bosques de Monterreal cuenta con el campo de golf más alto de México, paseos a caballo, alquiler de todoterrenos, restaurantes, toboganes y un spa.
9. Visita un «pueblo fantasma» en Real de Catorce
Muchos lo llaman pueblo fantasma, pero Real de Catorce está vivo en más de un sentido. Primero tendrás que llegar hasta allí, conduciendo tres horas al norte de San Luis Potosí. Después hay que entrar en el pueblo por el Túnel de Ogarrio, de 2.500 metros de longitud. Real de Catorce se fundó en 1772 como pueblo minero y, a pesar de su fama de «ciudad fantasma», hoy cuenta con unos 1.400 habitantes.
Aún así, hay evidencias de su pasado por todas partes, desde edificios históricos de piedra hasta calles empedradas rodeadas de desierto, lo que le confiere un aire etéreo del Viejo Oeste. Pase unas noches aquí para explorar las ruinas mineras de Pueblo Fantasma, hacer senderismo o montar a caballo por los alrededores y, sin duda, deténgase a admirar el arte de los huicholes.
10. Haz un inolvidable viaje en tren por la Sierra Madre
Las Barrancas del Cobre, situadas en la Sierra Madre de Chihuahua, son cuatro veces más grandes que el Gran Cañón. Si vas a visitar esta maravilla geológica, la mejor forma de vivirla es subirse al Tren de las Barrancas del Cobre.
Elije entre una serie de paquetes que te llevarán a pequeños pueblos a lo largo de las Barrancas del Cobre, añadiendo paradas divertidas como catas de vino, un mirador del cañón a 2.500 metros de altura y visitas a pueblos tarahumaras y menonitas.
Yuniet Blanco Salas